| Jueves : | Controlando los Instintos |
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Sí, el ser humano ha superado
los celos y el engaño, pero con qué frecuencia se da cuenta de esto? Los
periódicos están llenos de ejemplos de personas que se dejaron controlar por
estas emociones. Cuando se sienten celos, uno siente que la persona que se
admira tiene más control sobre las fuerzas ódicas y actínicas que lo que uno
tiene, y en un frenético esfuerzo en balancear las fuerzas, se idean planes
para destruir las fuerzas ódicas o detener el flujo de las fuerzas actínicas de
su víctima. Los celos son traicioneros cuando se vuelven activos y agresivos y
hacen a la persona falsa.
Muchas personas no sienten que la falsedad sea una emoción luego de que
ha existido en su naturaleza por un tiempo suficientemente largo como para
volverse un hábito. Las emociones instintivas a menudo se vuelven hábitos
cuando se les permite dar mucha rienda suelta, especialmente esas emociones
básicas y bajas – temor, enojo, celos y engaño – todas las cuales residen en
los
chakras
bajos, por debajo del
chakra muladhara.
El temor, la furia, los celos y el engaño producen un tejido ódico del
aura de color verde, gris, negro y rojo, circulando a través de los órganos del
cuerpo astral, afectando los órganos del cuerpo físico así como drenando el
cuerpo de salud vital del necesario poder ódico. Esto reduce el flujo actínico
a un mínimo, de modo que la única vida en el cuerpo se halla en una apagada y
astuta chispa en los ojos.
Estas emociones instintivas básicas de la mente subconsciente son la
sustancia a través de la cual evolucionamos. A medida que se lleva a cabo mayor
control de las fuerzas los colores del aura se aclaran y la naturaleza se
refina, Este proceso de refinamiento se lleva a cabo rápidamente a través de
disciplina en el camino
yoga raja a la iluminación. Todo esfuerzo
que tú haces para refrenar y controlar tu naturaleza instintiva básica te trae
más cerca de tu meta espiritual. Existe un dicho muy verdadero, “tu eres
simplemente tan actínico como tu fuerza ódica activa más baja.” Esas cosas a
las que aún reaccionas representan tus puntos bajos y deben llevarse a
comprensión actínica antes de que puedas disolver el campo de fuerza ódico que
los contiene.
Otra dimensión de la mente instintiva es la mente de hábito. Los hábitos
son edificados en nosotros desde la infancia. Algunos se mantienen conscientes
y otros entran en el subconsciente. Los más difíciles de superar son nuestras
habituales identificaciones con los campos de fuerza de nuestra ciudad o
estado, nuestro país, nuestra raza, e incluso el mismo mundo. Las muchas
ramificaciones del comportamiento humano que corresponden al estudio de la
mente de hábito podrían llenar muchos libros. Parcialidad es una de las
emociones negativas contenidas en la mente de hábito. Puede ser que no pensemos
en la parcialidad como en un hábito, pero sí lo es. Muchos adultos conservan
muy fuertes prejuicios habituales. A ellos no les importa las personas que no
pertenecen a su raza en particular, a su casta o a su clase social.
Cuando se produce un cambio abrupto o una perturbación en la mente
instintiva de la raza, sus fuerzas pueden en forma abrupta y rápida volverse
agresivas, despertando las emociones instintivas bajas. Sin embargo, cuando a
la mente racial se le permite seguir su curso natural de evolución, o es
mantenida bajo control, y su propio sentido es trascendido, entonces el ser
humano se da cuenta que no puede juzgarse a sí mismo o a otro basado en la
raza, el color, la casta, la creencia o la nacionalidad, sino en la
individualidad espiritual.
Haz una lista de las emociones negativas que aún residen en tu campo de
fuerza instintivo. Si encuentras que estás dominado por una o más de estas
emociones, admítetelo honestamente. El admitirlos, el encararte a ti mismo
afloja el agarre de la fuerza ódica y permite que un poco de fuerza actínica
penetre y disuelva el campo de fuerza bajo de la emoción que estás examinando.
Primer paso – admisión; segundo paso – observación. Cuando por ejemplo te
enfureces, te vuelves temeroso o celoso, obsérvate a ti mismo en esta acción. Inmediatamente
vuélvete consciente de la fuerza actínica. Vuélvete un ser vacío de energías sin
colores; ve los colores oscuros del aura disolverse en un resplandor de azul,
amarillo, lavanda y blanco. Tú puedes hacer esto con tu comprensión actual de
que la fuerza actínica es más elevada que la mente instintiva, mucho más
grandiosa que el cuerpo astral o que el cuerpo físico y el cuerpo de salud.