| Miércoles : | El Aura y la Mente Instintiva |
|---|
Al comenzar el estudio del cuarto aspecto de la persona, mantengamos
presente los primeros tres: el cuerpo físico como primer aspecto, el cuerpo de
salud vital como segundo aspecto y el cuerpo astral como tercer aspecto. El
cuarto aspecto es la mente instintiva y el aura humana, el espectro colorido
que registra cualquier estado de la mente por el cual pasa la persona. El aura
humana es la reflexión de la evolución específica. Pero registra más claramente
los patrones reaccionarios básicos de la mente instintiva.
Dentro de la mente instintiva existen ambas fuerzas ódicas agresivas y
pasivas. Algunas de estas son temor, enojo, celos, engaño, orgullo, codicia – y
también existe esa forma de apego a veces denominada amor ódico o magnético,
así como felicidad y cariño. Estas emociones son ya sea agresivas o pasivas,
dependiendo del factor motivador involucrado. Los factores motivadores son
deseo, una falta de control de la fuerza ódica, o un tipo de flujo
superconsciente actínico que motiva desde el interior hacia el exterior de la
conciencia humana. Cuando este flujo actínico entra en acción,
las emociones más refinadas de compasión,
benevolencia y gozo son experimentadas. Básicamente, todas estas cualidades
pueden ser definidas ya sea como ódicas o como actínicas. Las fuerzas actínicas
fluyen desde el meollo del alma hacia fuera a través del campo de fuerza ódico,
y cuando las fuerzas actínicas amenguan, las fuerzas ódicas cuajan y velozmente
invaden para llenar el vacío.
El temor es una fuerza ódica agresiva. Los dos colores básicos del aura
ódica son gris y rojo. Gris es el color del temor, que cuando lleva a la depresión
de temor intenso, se vuelve color negro. Rojo es el registro de enojo del aura.
En un estado reprimido de la mente instintiva, cuando el deseo no ha sido
alcanzado, el aura registra un color negro rojizo para representar la emoción
de la lujuria.
El temor domina la vida de muchas personas, aún cuando ellas no tienen
ninguna razón para temer. Es un mecanismo protector de la naturaleza instintiva
más baja inherente a cada ser humano; y a los animales también. El temor a la
oscuridad por ejemplo, nació de la carencia de refugio del hombre primitivo.
Mucho antes de que descubriera el uso del fuego o incluso que aprendiera a
vivir en cuevas, se estremecía en la oscuridad cuando el sol se ponía, ya que
sabía que estaba a la merced de los animales salvajes y de otros peligros de la
noche. Aún hoy día, la habilidad del ser humano de temer lo dota de una cautela
natural al enfrentar lo desconocido. La cobertura gris impregna el aura durante
la investigación de protección hasta que es probado que existe una condición de
seguridad. El ser humano actual aún mantiene el temor a la oscuridad. Pero
ahora se rodea de luz eléctrica simbolizando la nueva era dorada en la cual su
fuerza actínica ha comenzado a penetrar a través de la mente instintiva,
refinando su mente así como el fulgor de la electricidad refina la vibración de
la Tierra durante la noche. Entre otras formas de temor se hallan el temor a la
muerte, el temor a la pobreza, el temor al agua y el temor a las alturas.
El enojo es también, así como el temor, un control instintivo, y en su
momento sirvió un propósito. La arremetida de furia servía para proteger los
intereses privados del ser humano en situaciones críticas inyectando adrenalina
en su sangre y preparándolo así para la defensa. Pero a medida que el ser
humano evoluciona acercándose a su real ser actínico, descubre que el amor
actínico, la comprensión la compasión y la sabiduría son cualidades más
elevadas que la furia. Otras dos emociones instintivas que motivan las fuerzas
ódicas pasivas y agresivas son los celos y el engaño.
La edad actínica se halla brotando en el planeta. Sus señalizaciones
anunciando la mente espiritual del ser humano están representadas en forma
simbólica en sucesos en la Tierra, como ser la luz eléctrica, la energía
atómica, las sondas espaciales, las sondas en el subconsciente, los sondeos de
vidas pasadas y los peligrosos estados expandidos de conciencia estimulados por
sustancias químicas. Todo esto y más, muestra que el ser humano ha sobrepasado
las emociones instintivas bajas tales como celos, representados en el aura
ódica que rodea y atraviesa el cuerpo con el color verde oscuro, y el engaño
con el color gris verdoso.